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Tengo 75 años y soy la menor de cuatro hermanos. Mi vida ha estado marcada por desafíos desde muy joven. A los nueve años, sufrí una meningitis que me dejó con una discapacidad intelectual, un golpe que cambió mi destino. Ya en mi adultez, cuando creía que ya había superado lo peor, me diagnosticaron un tumor en el pecho.

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El golpe más duro vino cuando mi madre falleció. Mi vida dio un vuelco tremendo; de repente, era yo quien estaba al cuidado de mi padre. Al mismo tiempo, trabajaba limpiando en distintas empresas. Sentía la carga de la responsabilidad y el peso de la ausencia. Luego, la vida me asestó otro golpe: mi hermano más pequeño, con quien tenía una relación muy especial, falleció. Su muerte fue devastadora, me dejó un vacío profundo, pero tenía que seguir adelante, cuidando de mi padre y trabajando. Hasta que él también se fue... y yo me quedé sola en aquella casa que alguna vez estuvo tan llena de vida.

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Un día, impulsada por la desesperación, tomé una decisión: me fui. Terminé viviendo en un hostal en el centro de Madrid. Las condiciones eran miserables, la habitación era diminuta, sin ventilación, sin cocina y carísima. Cada día se hacía más difícil soportar la situación, y mi tendencia a acumular cosas sólo empeoraba el poco espacio que tenía. Vivía encerrada entre mis pertenencias, en un lugar que no era hogar.

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Con el tiempo, mi caso llegó a La Fundación A LA PAR a través de un trabajador social del Centro Integrado Teresa de Calcuta, donde asistía por las mañanas. Empezaron a ayudarme, pero mis problemas de salud complicaban todo. Fue un periodo muy duro.

A pesar de todo y gracias a la Fundación A LA PAR, que se ha convertido en mi nueva familia, estoy en un piso en Villaverde Bajo que ha conseguido a través de tuTECHÔ. Este piso se ha convertido en un verdadero hogar. He encontrado un respiro, una estabilidad que parecía imposible. Por fin, después de tanto, siento que he encontrado algo de calma.

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